Maladeta, Tempestades, Infierno...Hay montañas cuyos nombres no auguran nada bueno. No es el caso de los Picos del Infierno. Su ascensión en verano no presenta grandes dificultades, aunque no es aconsejable para montañeros inexpertos. Nos enfrentaremos a muchas trepadas, el terreno está muy descompuesto y las personas con vértigo pueden pasar un mal rato. Hay diversos pasos aéreos y por ese motivo, no es aconsejable ir demasiado cargado.
Salimos del refugio Casa de Piedra, en Baños de Panticosa, a 1.630 metros de altitud. Detrás y a la derecha del refugio encontraremos enseguida señales del GR-11 que nos llevarán en ascenso constante acompañando las aguas del río Caldarés. La cuesta más empinada es la llamada subida del Fraile, que nos conduce hasta el Embalse de Bachimaña Bajo, donde se levanta el nuevo refugio de Bachimaña. La senda deja el embalse a la derecha y sigue ascendiendo. Bordeamos también en altura el ibón superior de Bachimaña, y ya en dirección oeste, nos acercamos a los impresionantes Ibones Azules. En sus aguas se reflejan los Infiernos, ofreciéndonos un espectáculo único (foto). En el collado del Infierno (2.721m.,4 h. aprox. desde Panticosa) abandonamos las huellas del GR-11, que se dirige hacia el collado de Piedrafita bordeando el ibón de Tebarrai, uno de los más bonitos del Pirineo. Para ascender hacia los Infiernos deberemos seguir los hitos que salen a nuestra izquierda. En este tramo tendremos que utilizar la manos en algunas trepadas. En 30-45 min. llegamos al Garmo Blanco, que no llega a los tres mil metros. Hasta la cumbre del Infierno Occidental o Norte nos espera la parte de la ascensión que puede resultar más complicada. Algunos prefieren descender hasta la veta blanca de mármol que veremos más abajo y subir por allí. Otros cruzan por la cresta, aunque la caída a ambos lados nos hará disuadir si tenemos algo de vértigo. Lo más aconsejable, a nuestro entender, es progresar a la derecha de la cresta y por encima de la veta de mármol. Hay que seguir hacia el pequeño collado que tenemos delante, y una vez superado, giramos a la izquierda y con alguna trepada llegamos a la cumbre del Infierno Occidental (3.073m.). Para ir desde este punto hasta el Infierno Central y más elevado (3.083m.) cruzamos la mítica Marmolera. A pesar de su fama, y de los abismos que se abren a los dos lados, el paso es lo suficientemente ancho y el terreno es firme. La roca blanca permite un fácil agarre, no como las piedra descompuesta de pizarra rojiza que sufrimos en la práctica totalidad del recorrido. Para llegar hasta el último Infierno, el Oriental o Sur (3.076m.), sólo tenemos que descender un pequeño collado para remontar después con alguna trepada. Desde el Cuello del Infierno, culminar los tres picos nos puede llevar 1h 30min.-2h. Dependerá mucho de la velocidad que queramos imprimir a nuestro recorrido, ya que lo habitual es detenerse en cada cima.
La vista desde los Infiernos es absolutamente espectacular. Podremos distinguir el Vignemale, el Balaitús o el Anayet, y la caracterísitica forma del Midi D'Ossau dominando el horizonte. A nuestros pies, muy pequeño, vislumbraremos Sallent de Gállego y, más al norte, la estación de esquí de Formigal.
Si no queremos hacer el camino de vuelta por el mismo itinerario, podemos descender hacia los ibones de Pondiellos y la Basa de la Galabrosa, a los pies del Garmo Negro, y desde allí enlazar con el camino de bajada a Panticosa atravesando el cuello de Pondiellos. Para descender a los ibones de Pondiellos tenemos que situarnos en el collado que hay entre el Infierno Central y el Oriental. Encontraremos algún hito, pero hay que tener cuidado. El terreno es resbaladizo, la pendiente pronunciada y hay un riesgo importante de caída de piedras. El último tramo hasta los ibones recorre un canchal muy descompuesto que puede hacerse eterno.
Como conclusión, los Infiernos son unos picos altamente recomendables por su belleza y el por el carácter único que les otorga la Marmolera. Las vistas justifican el desnivel que tenemos que superar (1.453m.), y la ruta nos ofrece además la posibilidad de hacer tres "tresmiles" seguidos. Sin embargo, no es aconsejable para montañeros principiantes e inexpertos, o con miedo a los pasos aéreos.
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